Avalanchas, terremotos,
inundaciones, sequías, huracanes, tornados, tsunamis, erupciones volcánicas, corrimientos
de ladera, tormentas eléctricas, grandes incendios… Son algunas de las fuerzas extremas
de la naturaleza por las que el ser humano deja su condición más antrópica para
convertirse en un ser vivo más en La Tierra.
El segundo miércoles de octubre
de cada año se celebra el día internacional para la reducción de los desastres
naturales (Asamblea General de la ONU, 1990). Tiene como principal objetivo
prevenirlos, mitigarlos y lograr que la población esté preparada para
enfrentarlos. El tema de este año es “Mujeres y Niñas, la fuerza (in)Visible de
la Resiliencia".
El eje principal del plan busca aumentar
la conciencia del público respecto de los riesgos y la vulnerabilidad de los
desastres desde una mayor información a dos escalas, tanto ciudadana como
gubernamental, a nivel educativo, científico interdisciplinar y legislación. Para
ello es necesaria la inversión y reconocimiento nacional e internacional. La
estrategia se basa en las asociaciones de colaboración donde participan todos
los individuos y las comunidades con el fin de que las consecuencias de las
catástrofes naturales se reduzcan al máximo puesto que el efecto de los mismos se magnifica cuando se pone en peligro el desarrollo
humano. Las consecuencias sobre la urbanización y agricultura intensiva no
planificada aumenta exponencialmente los riesgos en la población. Por otra
parte, el cambio climático está incrementando a su vez la magnitud y frecuencia
de eventos extremos a escala global.
El PNUD desarrolló en 2004 una
variable para que se comprenda mejor la relación entre el desarrollo y los
riesgos de desastre en el mundo: el IRD (Índice de Riesgos de Desastre). Este
parámetro sirve para medir y comparar entre países los niveles relativos de
exposición física al peligro, la vulnerabilidad y los riesgos, así como hallar
indicadores de vulnerabilidad.
Entre muchas ecuaciones, el cálculo del riego total viene determinado por la suma de todos los riesgos naturales que sufra significativamente un país.
En esta figura adjunta viene reflejado la relación entre el grado de desarrollo de un país y el número de muertos en desastres naturales. Hay que destacar que si bien el riesgo natural entre un país desarrollado frente a subdesarrollados pueda ser el mismo, el grado de madurez de las estrategias de adaptación y mitigación, así como finalmente la magnitud de la catástrofe en término de pérdidas humanas derivadas de la imprevisión de las mismas, determinan que el caso sea muy diferente.
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